En esta edición:
¿Todo cambia para que nada cambie? Hacia un nuevo proceso de integración sudamericana pensado en la gente Ciro Salazar – Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR).
La reciente decisión de un grupo de países conformado por Brasil, Argentina, Paraguay, Chile, Perú y Colombia de suspender su participación del bloque de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), por la supuesta inoperancia del bloque y su persistente acefalía derivada de la no designación de su secretario1 general, antes que enfrascarnos en discusiones sobre las diferencias políticas e ideológicas del bloque, nos obliga a una pausa que debería ser aprovechada para preguntarnos: ¿de qué hablamos cuando hablamos de integración?
En lo que va del presente siglo, la reconfiguración del mercado laboral global y el cambio climático son dos fuerzas que escapan de la capacidad de control de los Estados y cuyos impactos reducen considerablemente la posibilidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sudamérica es una región particularmente vulnerable a ambos.
Deconstrucción de lo nuevo y construcción de lo viejo Pablo José Iturralde y Sofía Jarrín Hidalgo – Centro de Derechos Económicos y Sociales (CDES).
A finales del mes de abril, hizo noticia que la mitad de los países que integran la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) -sus miembros menos progresistas- decidieron no acudir más a las reuniones del organismo hasta que se resuelvan los problemas que impiden el funcionamiento del grupo.
Con su creación, UNASUR logró un consenso generalizado para consolidar un proyecto regional que contrarreste la influencia hegemónica de los Estados Unidos en la región. Finalmente, tras una década de su fundación, el cambio de poderes en el continente agudiza nuevamente las diferencias y amenaza con desaparecer el más importante proyecto de integración que ha conocido el continente.
¿UNASUR no va más? ¿a dónde irá a parar el proyecto estrella de integración? Margarita Florez – Asociación Ambiente y Sociedad (AAS).
El tema de la integración de América Latina ha sido objeto de muchas iniciativas intergubernamentales y la infraestructura fue, es y tal vez será uno de los puntos claves del imaginario del desarrollo y, por tanto, del éxito en la integración. Tan clave es, que la única agenda que impulsaron de manera sistemática los gobiernos en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) fue la del Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN).
Sin embargo, ahora, el subcontinente se encuentra con una decisión anunciada por los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay de suspender su membresía en UNASUR, el espacio regional, en tanto no se elija el Secretario de la entidad, acéfala desde enero de 2017; queda entonces el interrogante: ¿en qué espacio se tomarán las decisiones y se perfilará todo lo referente a la infraestructura regional?
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